Con el objetivo de mejorar los ingresos económicos y facilitar el trabajo de las familias de su país y del mundo, el guatemalteco Carlos Marroquín desarrolló una idea novedosa, capaz de traspasar fronteras. Se trata de las bicimáquinas, un mecanismo que ha cambiado la vida de cientos de personas.

Las bicimáquinas están compuestas por partes de una bicicleta común. Se toma el manubrio, las llantas, las cadenas o las tuercas, y se transforman en un invento que soluciona necesidades y da trabajo: lavar ropa, licuar, cargar celulares, desgranar maíz, entre otras. Lo más interesante es que funciona sin energía eléctrica, pues usa la potencia que generan el pedal y la fuerza humana.
“En la época del Conflicto Armado Interno (1960 - 1996) llegaron a Guatemala un grupo de voluntarios canadienses que buscaban implementar la bicicleta como un medio de transporte, sin embargo yo veía en esta clase de vehículo algo más, lo pensaba como fuente de dinero. Fue entonces cuando les compartí mi idea. Al principio todo se complicó porque ellos creían que estaba loco, pero con el pasar del tiempo la bicimáquina habló por sí sola”, asegura Carlos.
No hay que ser un profesional para la construcción de esta tecnología (que su creador considera un intermedio entre lo artesanal y lo industrial). La finalidad de Carlos es que más y más personas conozcan las bicimáquinas, por eso, su elaboración no es un secreto y no se encuentra patentada. Cualquier sujeto puede acceder a tutoriales a través de internet y replicar su aprendizaje en diferentes comunidades.
Adicional a esto, el guatemalteco ha recorrido el mundo mostrando la construcción de esta herramienta. Entre los países que ha visitado están Estados Unidos, Brasil, El Salvador y México.
Cuando no se tiene experiencia la elabración de una bicimáquina puede tardar hasta ocho horas. Cada una requiere de más o menos materiales dependiendo de su función. “Por ejemplo la bicilicuadora necesita de un marco triangular y una llanta de 27 pulgadas para generar 1600 revoluciones por minuto”, afirma este inventor.
En la lista también se encuentra la bicibomba, que puede bombear de 5 a 10 galones de agua por minuto; la bicidespulpadora de café, capaz de quitar la cáscara de los granos; y el bicigenerador de electricidad, un diseño que provee energía para encender focos y aparatos de 8 a 12 voltios.
Entre los planes de Carlos Marroquín se encuentra la creación de una escuela de bicitecnología, apropiada para enseñar y fabricar los más de 20 prototipos que hasta hoy han sido desarrollados.
“Este artefacto ayuda a las comunidades, es simple, eficaz y no requiere de mucho mantenimiento. Sin embargo, lo más importante es que no contamina el medio ambiente. Trabajemos, crezcamos como personas y profesionales, pero sin olvidar que debemos hacer del planeta tierra nuestra iglesia, y su cuidado nuestra religión”, concluyó este hombre de espíritu y pensamiento innovador.